Publicado el marzo 15, 2024

El mayor error al proteger un archivo en un edificio antiguo es luchar contra su ambiente. La clave no es la fuerza bruta de costosos equipos, sino la gestión inteligente de la inercia térmica del propio edificio. Aprender a usar muros, cajas y materiales absorbentes como aliados permite crear microclimas pasivos y estables que garantizan la longevidad de los documentos con una mínima inversión.

La preocupación por la humedad en un archivo es una constante para cualquier custodio de patrimonio. Esa sutil fragancia a papel antiguo puede transformarse rápidamente en el olor agrio y alarmante del moho. Muchos responsables de pequeñas colecciones o archivos parroquiales, a menudo alojados en edificios históricos, se sienten impotentes ante la falta de un presupuesto para sistemas de climatización industrial. Las soluciones habituales, como deshumidificadores potentes o aire acondicionado constante, son a menudo inviables, ruidosas y, paradójicamente, pueden generar fluctuaciones perjudiciales.

Pero, ¿y si el enfoque convencional estuviera equivocado? ¿Y si los gruesos muros de piedra o ladrillo de un edificio antiguo no fueran el problema, sino el mayor aliado en la conservación? La verdadera maestría en la climatología de archivos no reside en imponer condiciones artificiales, sino en comprender y dirigir las fuerzas naturales existentes. El secreto está en dejar de combatir el ambiente para empezar a gestionar la inercia térmica del edificio y crear microclimas pasivos, estables y protectores dentro de cada caja y vitrina.

Este enfoque, basado en la observación y la intervención mínima, transforma la conservación preventiva en un arte de equilibrio en lugar de una batalla tecnológica. No se trata de eliminar la humedad, sino de estabilizarla. A lo largo de este artículo, desglosaremos las estrategias prácticas y de bajo coste que permiten a cualquier responsable de una colección, por modesta que sea, convertirse en un gestor eficaz del ambiente de su archivo, garantizando la preservación de sus tesoros para las generaciones futuras.

Para abordar este desafío de manera estructurada, exploraremos los riesgos más comunes y las soluciones prácticas que puede implementar desde hoy mismo. Este es el camino que seguiremos para dominar el control ambiental de su archivo.

¿Por qué los luxes excesivos degradan la acuarela irreversiblemente en menos de 6 meses?

La luz, especialmente la radiación ultravioleta (UV) e infrarroja (IR), es uno de los agentes de deterioro más implacables y silenciosos en un archivo. A diferencia de un daño físico, el daño lumínico es acumulativo e irreversible. Cada fotón que incide sobre un pigmento o una fibra de papel actúa como un diminuto proyectil de energía que, con el tiempo, rompe los enlaces químicos de la materia. Para materiales tan sensibles como las acuarelas o las tintas antiguas, este proceso, conocido como fotodegradación, es devastadoramente rápido.

Los pigmentos orgánicos de las acuarelas son particularmente vulnerables. La energía lumínica provoca su desvanecimiento, alterando por completo el equilibrio cromático que el artista concibió. Paralelamente, la luz ataca la celulosa del papel, volviéndola amarilla, quebradiza y frágil. Una exposición de solo 50 lux (una iluminación muy tenue) durante 8 horas al día puede parecer inofensiva. Sin embargo, en menos de seis meses, la dosis acumulada de luz puede ser suficiente para causar una pérdida de color visible y permanente en una acuarela.

El problema se agrava con el calor generado por la radiación infrarroja de fuentes de luz inadecuadas (como bombillas incandescentes o luz solar directa), que acelera las reacciones químicas de degradación. Por ello, la gestión de la luz no consiste en eliminarla, sino en administrar un «presupuesto de exposición» estricto, limitando tanto la intensidad (lux) como el tiempo de exposición para mantener el daño dentro de un umbral aceptable a lo largo de décadas, no de meses.

Cómo detectar un brote de lepismas en tu biblioteca antes de que sea una plaga

Los lepismas, comúnmente conocidos como «pececillos de plata», son insectos bibliófagos que prosperan en ambientes húmedos y oscuros, exactamente las condiciones que a menudo se encuentran en archivos mal ventilados. Su presencia no es solo una molestia; es una señal de alarma de un desequilibrio ambiental y una amenaza directa a las colecciones de papel, ya que se alimentan del apresto, la cola y la propia celulosa de los documentos.

La clave para evitar una infestación masiva es la detección temprana. Antes de ver a los propios insectos, se pueden identificar signos sutiles de su actividad. Busque pequeñas pérdidas de superficie en el papel, con un aspecto erosionado o «raspado», especialmente en lomos y cubiertas. Otro indicio es la presencia de un finísimo polvo amarillento o de excrementos diminutos, similares a granos de pimienta negra. Colocar trampas de monitoreo adhesivas en rincones oscuros, debajo de estanterías y cerca de zócalos es una estrategia profesional y de bajo coste para confirmar su presencia.

Sistema de trampas de monitoreo para lepismas en estantería de archivo

Como demuestra el protocolo del Archivo Histórico Nacional, la mejor defensa es un programa de conservación preventiva proactivo. El estudio de su caso revela que la vigilancia sistemática es fundamental. Implementan rutinas de limpieza exhaustivas para eliminar fuentes de alimento y colocan los documentos en cajas de conservación de cartón neutro. Estas cajas no solo actúan como una barrera física, sino que también crean un microclima más estable, aislando los documentos de las fluctuaciones ambientales que favorecen la aparición de plagas.

Papel de seda o Melinex: ¿qué barrera usar para fotografías del siglo XIX?

La protección individual de las fotografías históricas es un punto crítico, y la elección del material de contacto directo puede significar la diferencia entre la preservación y el deterioro. Las dos opciones más comunes, el papel de seda de pH neutro y las fundas de poliéster tipo Melinex, cumplen funciones muy diferentes y su uso depende del estado de la fotografía y del objetivo de almacenamiento.

El papel de seda no tamponado (sin reserva alcalina) es transpirable y químicamente inerte. Su principal ventaja es que permite un lentísimo intercambio de humedad con el ambiente, evitando la creación de un microclima sellado que podría atrapar humedad residual y acelerar el deterioro de la emulsión fotográfica. Es ideal para el almacenamiento a largo plazo en un ambiente ya controlado.

Por otro lado, el Melinex (un tipo de poliéster de calidad de archivo) es una barrera física casi perfecta: es transparente, rígido y completamente impermeable. Protege la fotografía del polvo, las huellas dactilares y la abrasión durante la consulta frecuente. Sin embargo, su impermeabilidad es también su mayor riesgo: si una fotografía se guarda en una funda de Melinex estando ligeramente húmeda, se creará un microclima sellado y saturado de humedad que puede ser catastrófico. Por ello, es crucial para piezas que se manipulan a menudo, pero requiere que el objeto esté perfectamente aclimatado.

Como bien señalan los expertos de los Archivos de Castilla y León en su guía sobre conservación fotográfica, el poliéster de archivo es químicamente estable. Tal como indican:

El poliéster, completamente seguro y preparado para la conservación, evita que ni la funda ni los materiales adyacentes puedan reaccionar químicamente con la fotografía.

– Archivos de Castilla y León, Reglas básicas para la conservación de fotografías

La siguiente tabla resume las diferencias clave para ayudar en la decisión, basada en la información proporcionada por los propios archivos de Castilla y León.

Comparación papel de seda vs Melinex para fotografías antiguas
Característica Papel de seda (no tamponado) Melinex/Poliéster
Transpirabilidad Permite intercambio lento de humedad Barrera total impermeable
Riesgo microclima Bajo en ambiente estable Alto si se guarda con humedad
Uso recomendado Almacenamiento largo plazo Consulta frecuente y protección física
Compatible con Todos los procesos fotográficos Ideal para daguerrotipos y ambrotipos
Precio relativo Económico Más costoso

El error de usar guantes de algodón que daña las superficies metálicas pulidas

La imagen del archivista con guantes blancos de algodón es un cliché cultural, pero en la práctica profesional, esta elección puede ser un grave error, especialmente al manipular objetos metálicos. Si bien la intención es buena (evitar dejar huellas dactilares), los guantes de algodón presentan serios inconvenientes que pueden acelerar la corrosión.

El principal problema es que el algodón es un material poroso y absorbente. No solo deja pasar los aceites y ácidos de la piel a través de su tejido, sino que también puede retener la humedad del ambiente. Al tocar una superficie metálica pulida, como la plata o el latón, un guante de algodón puede depositar una capa invisible de humedad y sales, creando las condiciones perfectas para la corrosión localizada. Además, las fibras sueltas del algodón pueden engancharse en detalles delicados o superficies rugosas, causando daños físicos.

La alternativa profesional son los guantes de nitrilo sin polvo. El nitrilo es un material no poroso que crea una barrera completa entre la piel y el objeto. No suelta fibras y permite una mayor sensibilidad táctil, lo que reduce el riesgo de una manipulación torpe. Los guantes de algodón siguen siendo útiles para manipular fotografías o negativos (donde el principal riesgo es la grasa de los dedos), pero para metales, vidrio o cerámica, el nitrilo es la opción más segura.

Manos con guantes de nitrilo manipulando cuidadosamente un objeto de archivo

La regla de oro es adaptar el equipo de protección al material del objeto. Nunca se debe asumir que una solución es universal. Una correcta manipulación es la forma más directa y económica de conservación preventiva.

Plan de acción para la manipulación segura de objetos

  1. Para objetos metálicos pulidos: usar guantes de nitrilo sin polvo para crear una barrera impermeable.
  2. Para fotografías y negativos: usar guantes de algodón limpios y secos para evitar depósitos grasos.
  3. Para libros robustos con encuadernación sólida: usar manos limpias y secas sin guantes para un mejor agarre y sensibilidad.
  4. Para documentos frágiles en papel: usar guantes de algodón o nitrilo según el estado de conservación y la friabilidad del soporte.
  5. Regla universal: lavarse y secarse bien las manos antes y después de cada sesión de manipulación, independientemente del uso de guantes.

Cómo estabilizar el microclima de una vitrina con gel de sílice casero

Controlar la humedad relativa (HR) en un espacio tan grande como una sala de archivo sin climatización es un reto, pero estabilizarla en un volumen pequeño como una vitrina o una caja de almacenamiento está al alcance de cualquiera. La clave es utilizar materiales tampón o «buffer», y el más conocido es el gel de sílice. Su función no es simplemente «secar» el aire, sino mantener la HR en un rango específico y estable.

El gel de sílice funciona absorbiendo o liberando vapor de agua para equilibrar la humedad del aire circundante con su propia humedad interna. Para que funcione correctamente, primero debe ser «acondicionado». Por ejemplo, para mantener un ambiente en torno al 50% de HR, el gel debe ser expuesto a ese nivel de humedad hasta que se sature. Una vez acondicionado y colocado en un contenedor sellado (como una vitrina), actuará como un regulador pasivo, absorbiendo el exceso de humedad si la HR sube y liberándola si baja.

Es crucial conocer los niveles óptimos para cada material. Como establecen las pautas del Servei d’Arxius de la Generalitat Valenciana, se recomienda un rango de 45-55% de HR para papel y pergamino, mientras que las fotografías requieren un ambiente más seco, en torno al 30-35% de HR. Esto demuestra que no existe una solución única; el microclima debe adaptarse al objeto.

Mientras que las instalaciones profesionales utilizan sistemas de deshumidificación activos que extraen físicamente el agua del aire, el uso de gel de sílice acondicionado permite un control pasivo, silencioso y de bajo coste. Se pueden crear saquitos de tela transpirable llenos de gel y distribuirlos en la vitrina, revisando periódicamente su peso para saber si necesitan ser reacondicionados (secándolos en un horno a baja temperatura o re-humedeciéndolos en un recipiente cerrado con agua).

Cómo calcular los luxes acumulados anuales para no dañar dibujos a lápiz

La gestión de la luz en un archivo se basa en el concepto de «presupuesto de exposición lumínica». Al igual que un presupuesto financiero, tenemos una cantidad limitada de «dosis de luz» que un objeto puede recibir antes de sufrir un daño significativo. Para materiales muy sensibles a la luz como los dibujos a lápiz, las acuarelas o los manuscritos con tintas ferrogálicas, este presupuesto es muy estricto.

El estándar de conservación, como el propuesto por el Instituto Canadiense de Conservación, establece un límite máximo de 150.000 lux-hora al año para papel antiguo con lignina. Este valor se calcula con una fórmula simple: Dosis (lux-hora) = Intensidad (lux) × Tiempo (horas). Esto significa que un objeto puede exponerse a una intensidad baja durante más tiempo, o a una intensidad alta durante muy poco tiempo, para una misma dosis de daño.

El cálculo práctico es el siguiente:

  1. Establecer el límite anual: Partimos de los 150.000 lux-hora como referencia conservadora.
  2. Medir la intensidad: Use un luxómetro (o una aplicación de smartphone calibrada) para medir los luxes que recibe el objeto en su lugar de exhibición.
  3. Calcular la exposición: Si su medición es de 50 lux y planea exhibir el dibujo 8 horas al día, la dosis diaria es de 400 lux-hora. En un mes (30 días), la dosis sería de 12.000 lux-hora.
  4. Diseñar un calendario de rotación: Con una dosis mensual de 12.000 lux-hora, podría exhibir la pieza durante 12 meses (144.000 lux-hora) justo por debajo del límite. Sin embargo, una práctica mucho más segura es exhibirla solo 3 o 4 meses al año y mantenerla en oscuridad total el resto del tiempo. Esto alarga drásticamente su vida útil.

Ignorar este cálculo tiene consecuencias graves y permanentes. Como explica la experta en preservación Hilda Teresa Ayala-González:

El papel presentará decoloración, los medios sensitivos a la luz se desvanecen y el calor que emite la radiación infrarroja a través de las bombillas o ventanas aumenta la posibilidad de crear microclimas.

– Hilda Teresa Ayala-González, Preservación en archivos y bibliotecas – Universidad de Puerto Rico

¿Por qué los disolventes sin olor siguen siendo peligrosos para tu salud a largo plazo?

En el ámbito de la restauración y la conservación, a menudo se utilizan disolventes para limpieza o eliminación de adhesivos. La tendencia del mercado ha sido ofrecer productos «sin olor» o de «bajo olor», lo que lleva a una peligrosa falsa sensación de seguridad. Es fundamental comprender que la ausencia de olor no equivale a la ausencia de toxicidad.

Muchos de estos disolventes, aunque no irriten las fosas nasales, siguen liberando Compuestos Orgánicos Volátiles (COV). Estas moléculas invisibles e inodoras pueden ser absorbidas por el sistema respiratorio y, a través del torrente sanguíneo, afectar a órganos vitales como el hígado, los riñones y el sistema nervioso central. El daño a menudo no es inmediato, sino acumulativo. La exposición repetida y a largo plazo, incluso a bajas concentraciones, puede provocar problemas de salud crónicos años después.

Por este motivo, la gestión de la seguridad al usar cualquier producto químico no debe basarse en los sentidos. La única protección fiable es seguir un protocolo estricto de seguridad laboral. Esto incluye:

  • Ventilación forzada: Trabajar en un área bien ventilada no significa simplemente abrir una ventana. Es necesario utilizar un sistema de extracción localizada que capture los vapores en su origen y los expulse al exterior.
  • Equipo de Protección Individual (EPI): El uso de una mascarilla de protección respiratoria con los filtros de cartucho adecuados para vapores orgánicos es innegociable. Los guantes de un material resistente al disolvente específico (como nitrilo o neopreno) también son esenciales para evitar la absorción a través de la piel.
  • Consultar la Ficha de Datos de Seguridad (FDS): Cada producto químico debe ir acompañado de su FDS, un documento que detalla sus riesgos, componentes y las medidas de protección necesarias. Es una obligación legal del fabricante y un derecho del usuario consultarla.

Puntos clave a recordar

  • El daño por luz es acumulativo e irreversible; gestionar la exposición es más importante que la intensidad puntual.
  • La manipulación correcta es la forma más barata y eficaz de conservación: adapte siempre los guantes al material del objeto.
  • Una restauración ética se distingue por su documentación, reversibilidad y el uso de materiales estables, no por su capacidad de «ocultar» el daño.

¿Cómo distinguir una restauración respetuosa de una intervención invasiva irreversible?

Cuando un objeto preciado sufre un daño, la tentación de «repararlo» para que parezca nuevo puede llevar a decisiones desastrosas. Es vital para un custodio de patrimonio saber diferenciar entre una restauración ética, realizada por un profesional, y una intervención invasiva, que a menudo causa más daño a largo plazo. La primera respeta la historia del objeto; la segunda intenta borrarla.

Una restauración respetuosa se rige por principios claros. El más importante es la reversibilidad: todos los materiales añadidos por el conservador-restaurador (adhesivos, pigmentos, soportes) deben poder retirarse en el futuro sin dañar el original. Otro criterio es la discernibilidad, que postula que la intervención debe ser visible en un examen cercano, sin ser estridente, para no falsificar la historia del objeto. Finalmente, la compatibilidad y estabilidad de los materiales garantiza que lo añadido no reaccionará químicamente con el original.

Una intervención invasiva, por el contrario, a menudo utiliza materiales permanentes e inadecuados (como cintas adhesivas comerciales, pegamentos fuertes o barnices no reversibles) que se fusionan con el original, impidiendo su futura correcta conservación. Su objetivo suele ser estético e ilusionista, tratando de ocultar por completo el daño, lo que constituye una falsificación histórica. La siguiente tabla, basada en los criterios de la Asociación Española de Fotógrafos Profesionales y otras entidades, clarifica estas diferencias.

Criterios de restauración ética vs intervención invasiva
Criterio Restauración Respetuosa Intervención Invasiva
Reversibilidad Todos los materiales pueden retirarse sin daño Materiales permanentes o fusionados con original
Documentación Informe completo con fotos y materiales usados Sin documentación o registro mínimo
Discernibilidad Intervención visible en examen cercano Intenta ocultar completamente el daño
Materiales Químicamente estables y compatibles Materiales no testados o inadecuados
Profesionalidad Realizada por conservador certificado Intervención amateur o no especializada

La prueba definitiva que distingue a un profesional es la documentación. Como subraya el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), la transparencia es innegociable:

Una restauración profesional SIEMPRE va acompañada de un informe detallado con diagnóstico, fotos del proceso y una lista de todos los materiales y técnicas empleadas.

– IPCE, Informe de Restauración

Exigir este informe no es una opción, es la única garantía de que se está invirtiendo en la preservación del objeto y no en su futura destrucción.

Saber discernir entre una buena y una mala práctica es la responsabilidad final de todo guardián del patrimonio. Para tomar decisiones informadas, es fundamental no olvidar nunca los criterios que definen una restauración respetuosa.

Adoptar una mentalidad de conservación preventiva, basada en el conocimiento y la observación, es la estrategia más sostenible y poderosa. Al convertirse en un gestor informado de su propio archivo, no solo protege los objetos, sino que honra su historia y asegura su transmisión al futuro.

Escrito por Beatriz Salgado, Conservadora-Restauradora de Bienes Culturales especializada en pintura de caballete y escultura policromada. Cuenta con 15 años de trayectoria en instituciones museísticas y gestión de patrimonio en España.